Cuando algunos lectores me han calificado como “oportunista, entre otros calificativos, desconocen que desde el 14 de julio de 2006 publiqué la siguiente columna en Excélsior:
Querido Andres Manuel
No existe ningún mexicano, medianamente sensato, que no esté de acuerdo con tu tesis consistente en que “primero los pobres.” ¡Claro que primero los pobres! ¿Quién puede oponerse a un propósito político y social semejante? Quienes realmente queremos a este país deseamos elevar a la altura mínima exigida por la dignidad humana, a todos aquellos compatriotas que carecen de lo estrictamente indispensable. ¡Claro que queremos educación para todos! ¡Claro que queremos bienestar para toda la nación! ¡Claro que queremos un ingreso per cápita de cuando menos 30,000 dólares al año para cada mexicano! ¡Claro que queremos apagar todas las mechas encendidas para ver por la estabilidad y el desarrollo del país! ¡Claro que queremos aumentar el ingreso,
¿Quién no desea ayudar a los indios de México? ¿Quién no desea alfabetizarlos? ¿Quién no desea contener la emigración de cientos de miles de mexicanos a EEUU? ¿Quién no quiere agua potable, televisión, estufas, piso de concreto y paredes de ladrillo para cada familia mexicana?
Querido Andrés: Todos deseamos rescatar a los marginados, sólo que yo no coincido contigo en tus estrategias para lograrlo. Las células generadoras de riqueza son los empresarios, a quienes llaman hambrientos del pueblo, cuando son los agentes operadores del bienestar. La práctica lo ha demostrado. Mientes.
Todos coincidimos con el fin, pero la mayoría no está conforme con tu método. Se vio en las urnas. Ni partiendo el sueldo de los funcionarios públicos a la mitad, ni impidiendo la corrupción que devora lo mejor de nuestro país, podremos generar la riqueza suficiente para crear los empleos requeridos para ayudar a los pobres que tanto te preocupan y me preocupan. Tu diagnóstico está equivocado. Un gobierno encabezado por ti jamás creará los empleos requeridos ni extinguirá las mechas encendidas, ni impulsará la recaudación tributaria indispensable para aumentar el gasto en Desarrollo Social. Nadie podría aceptar que tus tesis económicas ayuden a la capitalización de las empresas ni estimularán la investigación tecnológica, ni ampliarán los mercados, ni estimularán la competitividad, ni abaratarán los costos de producción,
No tienes derecho a detener la inversión extranjera ni la doméstica indispensables para prosperar. No tienes justificación para espantar a los capitales que vienen a ayudarnos a construir un México mejor. Careces de elementos, nunca los tendrás, para estimular el odio entre todos los mexicanos, ni para polarizar este país, ni para crear trincheras entre todos nosotros únicamente para dividirnos, la única condición en que los mexicanos hemos sido históricamente derrotados.
“Querido” Andrés: para ti es irrelevante la destrucción de lo que construyó en los últimos 7 siglos. No te importa que nos volvamos a incendiar como en 1810, en 1858 o en 1910, siempre y cuando tú puedas compensar los vacíos psicológicos de tu infancia. No, Andrés, ese no es el camino. Si el padrón federal lo integran 72 millones de electores y de ellos sólo 14 votan por ti, entonces 58 millones te rechazan como Jefe del Ejecutivo.
Antepone tu bienestar personal al mío. Desea intimidar a las autoridades judiciales mediante la protesta callejera. No quiero un Mussolini mexicano que acepte la ley siempre y cuando le beneficie y que rechace a la Constitución por considerarla una herramienta a favor de la burguesía.
Abandona el llamado a la violencia. Abstente de erigirte como intérprete de la voluntad popular y renuncia a aceptar tu derrota. La mayoría de los mexicanos no te quisieron en la presidencia, porque lejos de ayudar a los pobres los hundirás más en la desesperación hasta que volvamos a matarnos con las manos entre nosotros mismos.
Atentamente,
El Pueblo de México.
- Francisco Martín Moreno es escritor y periodista mexicano que se ha especializado con maestría en la novela histórica. Puedes seguirlo en @fmartinmoreno